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Entre ventas la comida

Todo inicia desde muy temprano, cuando el crepúsculo astronómico da sus primeros pininos para quienes laboran en el Mercado Garay.
Lugar donde se encuentran ubicados los puestos de comida .
A la voz del alba, vi como comenzaron a llegar los dueños de los puestos de comida que allí se encuentran.
Con un termo lleno de café en mano, trato de quitar el frío que hay en mi ser y el sueño que me decía me encuentro presente, pero nada de eso era tan importante como tener que narrar un día de ventas allí. 
A penas y pude divisar como los rayos del sol trataban de filtrarse por las rendijas de la entrada, sin embargo ello no significaba obstáculo alguno para que la venta empiece a surgir.
Entre gritos de venta y regateos, tratan de atraer al comensal para que deguste la sazón del puesto, aunque ya muchos de ellos son clientes fijos.
¡Venga mamita, venga mi amor! es el mensaje con el que la madrina nos invita a pasar a su puesto.
Con una gran sonrisa en medio de una amena plática Doña Germania me decía que estos son negocios que van de generación, en generación; ella es dueña de uno de los puestos cuyo nombre es la equivalencia del suyo.
Gama amplia de platillos fue lo que encontré; y es que si de comida se trata, los gustos pueden ser diversos, pero el designio es dejar a todos complacidos y que las papilas gustativas lleguen a la gloria.
Los tres platos del día pude divisar, junto a mágicos olores que danzaban al compás del sabor.
Durante el tiempo que estuve sentada, noté que los visitantes en su ir y venir de compras, no dudaban en escuchar las voces de su interior y es que un estómago con gran voracidad comienza a hacer su entrada magistral.
Todo se da por sentado cuando la hora mágica se figura y es que el astro del día por el oeste se desvanece, así como también se difuminó el apetito de cuyas bocas por el lugar pasaron.
Cierran las puertas de sus locales y se despiden, con la satisfacción de que cada día será mejor.
Ya rumbo a mi hogar no podía dejar de recordar todo lo vivido ese día y es que me fui llena de información y con mi estómago saciado. 
Doña Germania, dueña de uno de los locales visitados.
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